martes, 21 de junio de 2016

Sentimientos encontrados

Estoy en un gran sala de espera. Son las 9:45 am y hay un gran murmullo. A mi derecha está mi madre, de frente está Carlos. Están nerviosos y tienen la mirada perdida. Mi padre es más práctico. Está fuera de la sala, a él todo esto no le crea agobio pero la gente - y sobre todo el ruido - sí.

Estoy sentada y tengo en mi regazo a Osito, el osito de peluche de Oliver. Escucho el silencio en medio del murmullo y eso me permite escribir estas frases.

Hay personas que comen, otras que escuchan, otras de hablan alto y otras nerviosas.

Estamos aquí porque ha llegado el día. El día de solucionar los problemas. Oliver lleva arrastrando mocos, acumulando anginas, visitando médicos... Hasta que ha llegado el día de venir aquí: a operar.

Le van a hacer un completo: fuera vegetaciones y amígdalas y le van a poner un drenaje en los oídos (para expulsar la enorme cantidad de mocos que tiene).

Sé que es un operación rutinaria pero tengo miedo. Primero porque es un niño muy pequeño (sé que hay niños pequeños a los que los operan, pero él para mí siempre será pequeño). Segundo porque es la primera vez que le operan. Y tercero - y más importante - porque es mi hijo.

"Oliver es un cielo de niño" es así como le describe mi madre siempre y yo también lo pienso. Cada vez más y mejor. Me llamaron hace una semana para decirme el día de la operación y llevo todos estos días pensándolo. Pensando en cómo era nuestra vida antes de su llegada y del hueco tan grande que ocupada - en nuestra vida, pero sobre todo EN NUESTRO CORAZÓN -.

Sonríe mucho. Quiere besos todo el rato. Es un niño especial, quien le conoce lo sabe ;)

Esto es otra prueba más que me ha impuesto la maternidad. La de dejar de pensar en mis necesidades por pensar en las de esta pequeña personita que nos alegra los días... Y el alma.

Nos llaman, os dejo.

Besos.

S.

Estado: Terriblemente esperanzada :)

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