lunes, 29 de julio de 2013

La maternidad y otros cuentos: sobre los progresos del bebé

Ser madre es mucho más que ser madre y yo lo digo yo: una aprendiz de todo y una maestra de nada.

Creo que quise ser madre desde siempre, o tal vez desde que tuve a mi Baby Fever, al que cambiaba de sexo con tanta facilidad como poner y quitar unos pendientes (tenía el cuerpo de trapo). 

Cuando fui más mayor y me rondaba la idea de la maternidad, fui consciente de que iba a ser un gran "esfuerzo" en todos los sentidos pero que MERECERÍA LA PENA. Y lo pongo en mayúsculas porque así era y así sigue siendo.

Sorprendentemente, pensé en sus cuidados, en las noches en vilo.... Pero no pensé en sus progresos. Para mí es normal comer sola, andar, hablar... pero un bebé no sabe y tiene que aprender. Al principio, me supuso un montón que mi pequeño fuera por detrás del resto ("como si fuera una competición") en sujetar la cabecita, en sentarse, etc.  

Me encontré con las dos caras de la moneda: personas que le daba como raro y otras que me tranquilizaban. Afortunadamente, me guié por las segundas y confié en sus vivencias, su forma de ver las cosas y tenía confianza de que todo iba a salir bien. Me acuerdo concretamente de Olga. Tuvimos una conversación un día soleado de verano, a la hora de comer, donde ella me contaba cómo había vivido ella esta situación mientras sus hijos correteaban y miraban al mío, súper pequeñito. Esas son las típicas cosas que merece la pena escuchar y compartir y eso es lo que quiero hacer con vosotras.

Oliver nació 3 semanas y media antes de tiempo. Tenía una cabecita grande por herencia (de esto estaba segura desde el momento cero, pero fuimos a las visitas oportunas del especialista), que le pesaba y que le retrasaba en sus progresos.

Un año después de todo esto, he deciros que es un niño normal. No os voy a engañar y hemos tenido que dedicarle tiempo a sus ejercicios, a corregir posturas etc pero en eso consiste tener un peque: en tiempo. Tiempo para cuidarle, tiempo para enseñarle, tiempo para disfrutarle, tiempo para quererle... 

Ellos son... pequeños pedacitos de cada uno de nosotros 

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